Componiendo una familia de 34 especies, los delfínidos o delfines oceánicos han sido admirados desde antiguo por su belleza y su elegancia en el mar, y posteriormente por su inteligencia, que es lo que aquí nos interesa.
Sus capacidades de aprendizaje resultan a menudo muy sorprendentes. Se ha encontrado que los delfines de la Bahía de Shark (los llamados delfines nariz de botella), en Australia, han aprendido a colocarse esponjas en el hocico para protegerlo al buscar peces escondidos en la arena. Además de protegerles el hocico, parece que así pueden encontrar determinadas presas ilocalizables mediante ecolocalización (que funciona como un sonar,representando el espacio a partir del reflejo de ultrasonidos emitidos). Esta técnica se transmite de generación en generación conformando así una pequeña cultura, algo se creía único de seres humanos y algunos primates superiores.
En la crianza, las madres transmiten cantidad de conductas a las crías. |
Otra investigación, llevada a cabo por Diana Reiss, de la Universidad de Columbia, y por Lori Marino, de la Universidad de Emory, comprobó que los delfines (también los delfines nariz de botella) eran capaces de reconocerse en espejos. Para ello, tras colocar espejos en su acuario, se les marcó con manchas de tinta y se les dejó que se observaran. Luego se les tocó como si les estuvieran marcando de nuevo pero sin hacerlo de verdad, y los delfines se volvieron a mirar en el espejo durante largo rato girándose de forma que se pudieran ver donde habían sido tocados. Esto parece demostrar que son capaces de reconocerse, lo cual se relaciona con la autoconciencia. Es una habilidad que se creía exclusiva de algunos primates y seres humanos.
En cuanto a su estructura social, pueden formar grupos de características muy diversas dependiendo de condiciones ambientales como disponibilidad de alimento, depredadores y características físicas del entorno; desde rebaños de cientos de individuos hasta un pequeño rango hogareño. Lo más habitual son grupos de menos de 15 individuos compuestos por hembras adultas y ejemplares jóvenes y crías. Los machos suelen moverse de unas bandas a otras con intereses reproductivos, pero a veces también forman pequeñas alianzas muy duraderas, y otras veces los jóvenes forman grupos por su cuenta.
Su lenguaje es un mundo aparte. Usan sonidos para la ecolocalización, pero especialmente parece que los usan para comunicarse. Se valen de chasquidos y silbidos que para nosotros son imposibles de difíciles de diferenciar por estar en otras longitudes de onda que las que percibimos. Se ha observado que son distintos los cantos que hacen cuando se alimentan que cuando cazan o cuando un grupo de delfines se encuentra con otro. Usan también el lenguaje no verbal: por ejemplo, el chapoteo de la cola puede dividirse en 30 tipos distintos con diferente significado.
Se ha especulado mucho con que si su lenguaje es auténtico o solo son pautas predefinidas sorprendetemente complejas; y si de ser auténtico podríamos hablar con ellos. Pero lo más probable parece ser que la naturaleza de su pensamiento sea distinta del nuestro, por lo que no podemos tratar de pensar en su lenguaje como un idioma más, sino como todo un modo de acercamiento al mundo distinto.
El conocimiento humano es una herramienta de adaptación al medio; es una estructura abstraída para predecirlo y manejarse en él. Es una adaptación; sería muy antropocentrista suponer que el conocimiento, pensamiento y lenguaje de los delfines sea de la misma naturaleza que el nuestro.
Una similitud que seguramente tengan ambos lenguajes es la ley de la brevedad. Y además, probablemente sea una facultad que también trate de predecir el medio; pero es muy fácil que sea distinta de nuestro conocimiento en aspectos que quedan sencillamente fuera de nuestros límites, como a ellos le queda fuera de sus límites comprender el nuestro. Lo que sí es posible es interactuar con ellos describiendo su comportamiento y naturaleza no en los mismos términos que ellos, sino en los nuestros.
Como conclusión, que sí tiene sentido tratar de comprenderlos e incluso tratar de transmitirles alguna información (que sería lenguaje); pero pretender pensar como ellos y hablar su ''idioma'' es antropocentrista, falto de perspectiva.
Hay formas de interacción que ya hemos logrado con ellos, y con otros muchos animales; es el caso de el entrenamiento que se les hace en los acuarios para exhibirlos, algo parecido a lo que se hace con otros muchos animales, solo que los delfines nos dan muchas más posibilidades; por su belleza, agilidad y especialmente por sus altas capacidades de aprendizaje.
Pero no todo el mundo adora y admira y estos cetáceos; en algunos lugares del mundo son terriblemente maltratados. En Taiji, un pequeño pueblo pesquero de Japón, cada año se acorralan cientos de delfines para cazarlos de forma totalmente masiva y descontrolada, matando hasta 2000 delfines anuales. En las Islas Feroe, cerca de Dinamarca, también se llevan a cabo cazas indiscriminadas de delfines calderones, en peligro de extinción, cada año. En los años 80 en las aguas de la costa peruana se mataban anulamente entre 15.000 y 20.000 delfines nariz de botella y delfines oscuros anualmente, hasta que en 1996, afortunadamente, se prohibieron tales prácticas, reduciéndolas en gran medida aunque no del todo.
Se puede profundizar mucho más en cada uno de estos temas, pero esto nos llega para llamar la atención sobre lo interesantes que pueden llegar a ser estos admirables habitantes del océano.
Adorados y maltratados, los delfines nos cautivan con su elegancia, nos sorprenden con su inteligencia, nos permiten comprender mejor la naturaleza e incluso reflexionar sobre nuestros propios límites de conocimiento. En la célebre Guía del Autoestopista Galáctico, Douglas Adams escribió: ''Por ejemplo, en el planeta Tierra, los hombres siempre habían asumido que eran más inteligentes que los delfines por haber conseguido tanto -la rueda, Nueva York, las guerras y todo eso- mientras que todo lo que los delfines habían hecho jamás era retozar en el agua pasándoselo estupendamente. Pero al mismo tiempo, los delfines siempre habían creído ser mucho más inteligentes que los hombres precisamente por las mismas razones.''
Bibliografía: multitud de artículos se pueden encontrar en internet; recomiendo recurrir a aquellos que tengan base y fundamento científico.
Palabras clave: delfines, inteligencia, lenguaje, espejos, esponjas, estructura social, matanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario