jueves, 15 de septiembre de 2011

Ojos y volcanes

Podemos imaginar desde volcanes llenos de lava...
  Imagínese un volcán que echa lava azul, luego que esa lava adopta lo forma de una ballena y esta sitúela en las profundidas del océano, donde se cruza con todo tipo de criaturas como enormes tiburones o calamares gigantes. Imagínese que se come uno de esos calamares junto a sus amigos en un restaurante, ya puestos, lujosísimo, donde los camareros le tratan como a un rey y le ofrecen espectáculos de magia, donde un sapo se convierte en un apuesto príncipe tras ser besado por una bella joven vestida de princesa. Imagínese como el sapo se convierte en dicho príncipe tras rodearse de una nube dorada resplandeciente que suelta confeti en todas direcciones.

  Imagínese todo eso y diga: ¿No resulta notable la capacidad que tenemos de hacer lo que se nos antoje en nuestra cabeza, de realizar cualquier transformación aunque nunca la hayamos visto, recrear paisajes que no tenemos delante, representar las situaciones que queramos cuando queramos? ¡Qué menos que decicarle a esta curiosa facultad un poco de atención!

  En la psicología cognitiva, las imágenes mentales han sido objeto de estudio y se considera que el sistema que se encarga de crear y manipular imágenes mentales está en la memoria operativa (dicho brevemente, la información de la memoria que estamos tratando en el momento); y dicho sistema recibe el rimbombante nombre de agenda visoespacial.
...hasta ballenas en las profundidades.
  Es una de las dos grandes facultades de la mente cuya base biológica se sitúa en la corteza prefrontal del cerebro, junto con el lenguaje. Ambas se complementan y nos son sumamente útiles, si el lenguaje nos permite mayor abstracción y además comunicación (con todo lo que ésta permite), la manipulación de imágenes es más precisa y concreta, permite hacer cálculos en el espacio y experimentos; y aunque el lenguaje es originariamente propio de la audición, la cultura evolucionó notablemente desde la aparcición de la escritura (de hecho, es lo que marca el inicio de la historia), que ya se percibe visualmente.

  Stephen Kosslyn, director del Centro de Estudios Avanzados en Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Stanford, nos mostró experimentalmente como existe un paralelismo entre las imágenes mentales y la realidad, concretamente en la preservación del tamaño. ¿Cómo se las arregló para estudiar algo tan inaccesible a quien no está en la cabeza de la persona que imagina? Pues le pidió a los participantes que se imaginasen pares de animales, uno siempre más grande que el otro, y se les preguntaba por características visibles (como el número de patas). Se obtuvo como resultado que se respondía más rápido siempre a las preguntas sobre el que era el más grande. Como se suponía que al ser mas grande en nuestra imaginación debería ser más fácil realizar esa inspección, los resultados confirmaban las hipótesis de Kosslyn. Esto, junto con otros estudios similares, nos sugiere que la imaginación repite las características observadas en el exterior, lo cual nos permite experimentar en nuestro interior.

  A partir de formas vagas o imprecisas podemos interpretar figuras o formas para divertirnos (como al ver las formas de las nubes; en el ámbito sexual disponemos de un buen puñado de ejemplos) o también para estudiar los condicionantes de nuestro subconsciente, método usado en el test proyectivo de Rorschach, el célebre test de las manchas ambiguas.

  Además, en el aprendizaje de conceptos la vista (entendemos que esta va vinculada a la imaginación) tiene un vital papel. Baste con poner de ejemplo la noción de ''cantidad'', basada por completo en una percepción visual y que es previo y necesario para el desarrollo de las matemáticas.
La visión tiene un papel protagonista
 en el proceso del conocer.

  Y otra enorme utilidad la encontramos en el conocimiento. ¿Cuántas palabras usamos al hablar de qué es verdad o qué es fiablemente verosímil referidas al aspecto visual? Evidencia (en latín aquello que se ''ve en el exterior'', y no en nuestro interior), demostrar (hacer ver, mostrar), teoría (originariamente, en griego, era la búsqueda de la verdad, en el sentido de tratar de verla; de esa misma palabra vienen teatro, idea, y teorema) y observar (que se usa como sinónimo de prestar atención y analizar minuciosamente).

  De hecho en la ciencia, uno de los requisitos para que una teoría sea válida es que quede confirmada en un experimento que se pueda ver; se habla de evidencia a favor de una teoría, o apoyo empírico. Aunque el adjetivo empírico se puede referir a cualquiera de los sentidos, en ciencia siempre se refiere a la modalidad visual, y por eso los resultados se expresan en gráficos. Una información en código visual es mucho más fácil de percibir y transmitir que de cualquier otro modo.

   En mi opinión sería muy interesante poder poner a la vista otras sensaciones, no solo las visuales, como las del tacto, sentido al que le corresponden la percepción de las emociones (al menos del aspecto de las sensaciones de nuestro interior, como el ''nudo en la garganta'', el removimiento de tripas, etc.) . Y opino que la imaginación es una de las facultades más interesantes y que nos ayuda a meternos en los libros que leemos, las historias que oímos, a recordar paisajes bellos o momentos alegres, o a recordar que la nube dorada resplandeciente era la transformación del sapo en el lujoso restaurante donde nos trataban como a reyes y donde nos comíamos aquel calamar gigante que había vagado por las mismas profunidades que la ballena que en realidad era lava azul escupida por aquel furioso volcán.

  Bibliografía:
  -Entrevista (que recomiendo leer) a Stephen Kosslyn en diario El País: Periodismo con futuro: Stephen Kosslyn
  -Artículo de la revista Psicothema: El papel de la agenda visoespacial en la adquisición del vocabulario ortográfico

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