sábado, 3 de septiembre de 2011

Libet y la voluntad

  En 1985, el célebre neurólogo estadounidense Benjamin Libet se propuso el ambicioso objetivo de indagar las bases neurales de la toma de decisiones, y con ella la voluntad y el libre albedrío. No sería su única publicación al respecto, pero si la que más controversia generó, llegando a profundizar en el tema otras investigaciones aún recientes.
  El experimento de Libet consistía en que los participantes, con electrodos que medían su actividad cerebral, se sentaran frente a un cronómetro y pulsaran cuando quisieran un botón. Después debían informar del tiempo que marcaba el cronómetro cuando ellos decidían pulsar el botón, o al menos del momento en que sentían que lo decidían.
  ¿Porqué esa distinción entre decidir y sensación de decidir? Porque los sorprendentes resultados nos indican que la actividad cerebral previa a la toma de esa decisión nos permite predecir, más allá de la casualidad, cuando se iba a pulsar el botón antes de que los sujetos del experimento sintieran que tomaban esa decisión.
  El experimento dejaba lugar a dudas entre si esa descoordinación no sería cuestión de la percepción, un desfase entre la toma de decisión y el fijarse en el cronómetro, pero un estudio posterior (llevado a cabo por John-Dylan Haynes en el 2009) nos mostró que dicha descoordinación es de 7 segundos, al menos en el proceso de decidir pulsar un botón.
  Pero yo no voy a criticar si estas investigaciones realmente demuestran que las decisiones se toman en procesos neurales antes que por la facultad volitiva, voy a asumir que no me dejan lugar a dudas.
  El propio Libet propuso un modelo en el que la conciencia no toma la decisión, pero sí es capaz de anularla, tiene posibilidad de veto. Este modelo es perfectamente consistente con los datos. Pero las posturas más radicales creen que estos experimentos constituyen una evidencia a favor del determinismo: la voluntad es solo una sensación, todas nuestras decisiones están motivadas por causas ajenas a aquella.
Benjamin Libet
  Es sobre esta última postura sobre la que quiero hablar yo. Constutuye una subestimación de la voluntad: en los actos humanos, ésta tiene un papel secundario. Como en la física, la mente humana está totalmente determinada por otras causas; no queda lugar para un agente que pueda intervenir cambiando a capricho esas consecuencias necesarias que son las decisiones.
  No existiría la libertad ni el libre albedrío, éstos son solo sensaciones. Procesos neurológicos fuera de nuestro alcance son los que determinan nuestros actos. Esto recuerda mucho al conductismo (en lugar de reflejos condicionados) y al psicoanálisis freudiano (en lugar de procesos subconscientes).
  Pero, ¿quien ha dicho que la voluntad sea un factor misterioso que cambia a su gusto las consecuencias necesarias de las disposiciones neurológicas? No: la voluntad y la conciencia son procesos cuyo mecanismo, por muy intrincado e inaccesible que sea, es cognoscible y se compone de causas y efectos.
  Así, acerca de esa inutilidad de la voluntad que propone el determinismo estos experimentos no nos dicen nada en absoluto; al contrario, confirman que la voluntad sea cognoscible y nos dan algunas pistas, que sugieren ese modelo que defiende Libet.
  Quedan refutadas tanto la postura determinista (llamada a veces ''determinismo metafísico'') que subestima la voluntad, como aquella otra que ignora cualquier otro factor que no sea la voluntad en las decisiones y que la convirte en misterio inexcrutable, en favor de una visión compleja pero accesible de la voluntad, y que posibilita la libertad y el libre albedrío.

Bibliografía:
-Artículo con esta misma discusión en la revista Themata, por Francisco Soler Gil (2009): http://institucional.us.es/revistas/themata/41/34soler.pdf
-Página web en la que se trata: http://www.colmed5.org.ar/Noticias/albedrio.htm

-Artículo de wikipedia sobre Benjamin Libet: http://es.wikipedia.org/wiki/Benjamin_Libet

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