viernes, 7 de octubre de 2011

'Que se haga la luz': el insight

Mosaico que representa a tres de las
 musas, hijas de  Mnemósine
  Mnemósine, la titánide diosa griega de la memoria, era la encargada de hacer que los seres humanos olvidasen sus penas, remordimientos y errores, para hacer perdurar así su felicidad. Pero cuando Zeus, el padre de los dioses, la sedujo y tuvo con ella un romance, la titánide quedó enamorada de él. Tuvo nueve hijas, las musas, y el mero hecho de verlas hacía que Mnemósine recordara a Zeus sin poder evitarlo.


  Se dio cuenta entonces de que había perdido su poder sobre los recuerdos de los mortales, sumiendo a éstos en el sufrimiento y la tristeza. Decidió consultar a sus padres, dioses de la tierra y el cielo; Gea y Urano, quienes le aconsejaron que instruyese a cada una de sus hijas las musas en una forma de expresión, para que después pudiesen inspirar a los humanos. Así, enseñó a Calíope la poesía épica, a Clío la historia, a Polimnia la pantomima, a Euterpe la flauta, a Terpsícore la danza, a Erato la lírica, a Melpómene la tragedia, a Talía la comedia y a Urania la astronomía.


 Y desde entonces, la incapacidad de olvidar de las personas está compensada por su creatividad; porque cuando lo necesitamos una musa se acerca y nos susurra al oído una nueva idea o una solución, como le ocurrió a Arquímedes cuando exclamó ‘¡eureka!’


  Pero el susurro de las musas no solo ha sido estudiado desde la mitología griega; la psicología popular también da su versión: el encenderse de la bombilla en los dibujos animados expresa eso, como aparece de la nada, de la oscuridad, una nueva idea o solución. En el lenguaje muchas expresiones reflejan esa repentina iluminación, desde el uso del verbo ocurrir (‘se le ocurrió una idea’, indica que simplemente apareció, ocurrió) hasta la metáfora de la luz: estar iluminado, arrojar algo de luz sobre un tema, algo es oscuro o difícil de entender; la Ilustración, los Siglos Oscuros de la historia griega y también de la literatura gallega... y un largo etcétera.


  Y, por suspuesto, la psicología científica tiene su teoría para explicar este curioso fenómeno, que denomina ‘insight’. Es un concepto que surgió en el marco teórico de la escuela de la Gestalt, corriente de principios del siglo XX opuesta al conductismo. El insight vendría a ser esa comprensión súbita, ese darse cuenta de otro posible camino en un paso que damos en nuestros razonamientos; dicho en términos gestálticos: la eliminación de una fijeza funcional, sustituyéndola por otra estructura.


  Sería la principal característica del pensamiento constructivo o productivo, opuesto al reproductivo, que sería un pensamiento mecánico, más una voz que suena sola en nuestra cabeza que nuestra propia conciencia reflexionando o tomando decisiones.


  Y aunque la Gestalt era opuesta al conductismo en muchos planteamientos, a nosotros nos permite acercarnos a una de las viejas teorías más propias del conductismo radical: la teoría motora de la conciencia.


  Según dicha teoría la conciencia sería un proceso que tiene su base en el sistema nervioso periférico, en los mecanimos de respuesta (por eso también se la llama teoría periférica de la conciencia). Sería como un subproducto de carácter secundario en la acción, no sería la conciencia quien determine ninguna respuesta, sino los condicionamientos. Y es que el pensamiento reproductivo funciona sólo, automáticamente; no es voluntario. Y el insight aparece sólo en nuestra cabeza, no lo creamos nosotros, por eso no es tan descabellada esta teoría, por muy inverosímil que pueda resultarnos en la actualidad.


  Pero lo cierto es que esa teoría no se sostenía, sirviéndonos ahora como curiosidad de museo que nos permite despertar un poco de la creencia ingenua de que el pensamiento está totalmente bajo nuestro control.


  El insight también aparece en la literatura psicoanalítica referido al acto de traer al consciente un recuerdo que estaba sumergido en el subconsciente, lo cual es un momento clave en la terapia psicoanalítica. Aún así, no lo usan como término propio de la escuela. Aunque nosotros conservamos la palabra en inglés, parece que en lenguas anglosajonas no la usan como término técnico, sino simplemente para referirse a la súbita comprensión de algo. Es lo que nosotros llamaríamos ‘darse cuenta’.


  Semejante efecto es el llamado Efecto Poeltz, qué es el fenómeno por el cual un recuerdo nos viene súbitamente a la conciencia, del cual se aprovechan en publicidad.


La pintura de Salvador Dalí es el paradigma
 de la inspiración en los sueños
  Los artistas también tratan de sacarle partido al insight buscando inspiración en donde se sienten a gusto, para concebir así sus canciones, ideas, experimentos... etc. 






  En los sueños también se nos aparecen a veces nuevbas ideas; aunque no sea el mismo efecto que el insight, sí es una súbita comprensión que nos aparece  como susurrada por alguien(de hecho es lo que, en la Ilíada, le ocurrió a Ulises: la diosa Atenea le dio la idea del célebre caballo de Troya en sueños). Y muchos de los ejercicios de meditación y relajación orientales buscan propiciar el alcance de  esa inspiración.
  El insight se relaciona con una comprensión súbita, con una toma de nuevas perspectivas, una adquisición de conocimientos. Todos tenemos de vez en cuando un ‘eureka!’ como Arquímedes, y entendemos algo de repente, se nos ocurre una buena idea, una buena canción, todo cobra sentido. Y como vemos, aún se le puede sacar más partido: desde el mundo de los sueños hasta las filosofías orientales. El insight, la inspiración, la toma de conciencia, la bombilla, el ‘que se haga la luz, y la luz se dio’.

1 comentario:

  1. ME CHIFLA ESTE TEMA!!!!!!!!!!!! Dalí es un autentico genio de la creación...
    mi obra favorita...'LA CIUDAD DE LOS CAJONES' tiene un transfondo chulísimo...miratela cuando puedas migueliño, y ENHORABUENA de nuevo por el blog!!!!!!!!!!!! UN BESOTE.

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