sábado, 23 de noviembre de 2013

Proyecciones (1)


     Bueno bueno, ¡ya llevaba tiempo sin publicar en este blog! Pero eso no quiere decir que este esponjoso cerebro haya dejado de funcionar, ¡ni mucho menos! Hoy escribo para divagar sobre un aspecto de las personas que tiene dos opuestos, mutuamente excluyentes. No se trata de un rasgo, sino de una actitud. No me gusta nada la idea de rasgo para describir lo psicológico, me parece muy estática. Pero bueno, ¡el caso! Voy a distinguir entre proyectarse hacia dentro (o hacia uno mismo, su propio mundo interno) y proyectarse hacia afuera (hacia el mundo real, el que percibimos o creemos percibir).

    La persona que se proyecta hacia dentro pone sus objetivos vitales en sí misma, en su propio estado de ánimo o en sentirse de maneras determinadas. Por ejemplo, busca eliminar el sentimiento de tristeza en lugar de eliminar o afrontar la fuente real de la tristeza. Esto lleva a estas personas a focalizarse en sí mismas, a estar continuamente observando sus sentimientos y sensaciones internas, en lugar de las cosas en sí; y analizarse a sí mismo de manera científica, a menudo autoaplicándose descubrimientos científicos. Además, supone que las ideas que esa persona tenga no se realizarán o no se intentarán hacer efectivas en el mundo real, lo cual es la tendencia natural del pensamiento y de la actividad mental.

    Esto ocurre porque la persona cree que lo que siente y percibe no es más que una quimera, y que por tanto no tiene sentido o correspondencia alguna con la realidad, si es que ésta existe. Esto lleva a la persona que se proyecta hacia dentro a tener sentimientos de nulidad o vacío existencial, y a acostumbrarse a pensar que cualquier cosa que haga no tendrá una repercusión más que aparente, nunca real. Esto conduce también a muchos comportamientos de los denominados obsesivo-compulsivos, que aparecen cuando la persona se niega a realizar sus ideas y se reprime, prefiriendo amar la rutina y lo seguro.

    Proyectarse hacia dentro, como se ve, me parece que da unos cuantos problemas de malestar, pero estas personas, como veremos más adelante, no se comportan así por capricho. Sigmund Freud creía que esta es la única actitud posible, y que toda creencia de que nuestros deseos tengan sentido alguno en la realidad no es más que una manera del organismo de protegerse, nunca una creencia cierta. Si crees que quieres mejorar el mundo, para Freud, no es porque realmente sepas o puedas hacerlo, sino que es una actitud que adoptas para sentirte mejor. Es decir, en todo caso todo lo que hacemos va dirigido a encontrarnos mejor, nunca al mundo real exterior. Se trata de una asunción común a muchas teorías psicoanalíticas, y otras cognitivas como la de las creencias irracionales de Aaron Beck y Albert Ellis.

    La otra actitud vital es proyectarse hacia afuera, que es sinónimo de autorrealizarse, es decir: convertir en reales las ideas que tenemos en nuestra cabeza. Implica una completa inmersión en el mundo simbólico, es decir, una plena aceptación de tu sensibilidad del mundo; asumes que las cosas son como te lo parecen. Se abandona así el análisis ''científico'' de uno mismo. Además, estas personas no se preocupan tanto por sentirse bien como por cumplir efectivamente sus metas (aunque paradójicamente, eso es lo que les hace sentir bien). Tienen una profunda convicción de que, de alguna manera, sus actos repercuten en el mundo real (o, para ser más exactos, en el mundo percibido). Esta creencia guía sus acciones y les otorga una sensación de plenitud.

    Como se puede observar, mantener una u otra actitud no es una cuestión de capricho, ni tampoco se elige para sentirse mejor o peor. La cuestión de fondo que diferencia radicalmente una actitud de la otra es si se cree que nuestra percepción (sensaciones, impresiones, conocimientos... etc.) de la realidad se corresponde con ésta o si, por el contrario, nuestras percepciones del mundo sólo son quimeras, cuyo origen no conocemos bien pero en cualquier caso no deben corresponderse con la realidad exterior, si es que ésta existe.

    Así pues, para solucionar este problema no hay que hablar de teorías científicas acerca de la psicopatología, ni de si hacer esto o aquello nos sentará mejor o peor -hay que entrar de lleno en una discusión acerca de la relación entre el ser humano y las cosas, si éstas existen o no, y, si existen, si las conocemos de verdad o no. Se trata, en definitiva, de una cuestión metafísica u ontológica, la cual si trato en este post me va a quedar demasiado largo, así que tendré que hacer una segunda parte, ¡que espero que leais! Hasta entonces, creo que ya es suficiente con mis divagaciones.

domingo, 14 de julio de 2013

La psicología intuitiva y el positivismo

     Este artículo recoge a la vez los pensamientos que tengo tras la lectura del libro de Jerome Bruner ''Actos de significado'', y mis propias reflexiones sobre el problema que existe actualmente en la ciencia psicológica.

El carnaval es un ejemplo que quedaría sin poder ser explicado
     Porque en la ciencia psicológica, la ciencia de la conducta, existe un problema, y no me parece baladí precisamente. Se da la situación de que la psicología no aborda cuetiones fundamentales en una ciencia de la mente: por ejemplo, la caracterización del hombre contemporáneo (a diferencia de lo que hacen antropólogos como Marvin Harris o filósofos como Unamuno en su día), o tampoco se ocupa del arte o la música o la danza (a pesar de enorme papel catártico en todas las culturas). Tampoco se ocupa de la literatura, ni permite explicar algo tan sencillo como el sentido del humor. Ya no digamos entrar a analizar un período histórico determinado o una cultura particular (por no decir los fenómenos religiosos). Y sin embargo, nada más obvio de lo que la psicología debería dar cuenta, pues todo ello procede de lo que llamamos mente. La psicología contemporánea tiene un clarísimo déficit.

    Bruner pone como un clarísimo síntoma de la existencia de un grave problema en la psicología es que es una de las pocas ciencias cuyas teorías no se difunden en el sentido común. Esto no ocurre en otras ciencias: todos más o menos lo que ocurre cuando tenemos catarro; sabemos lo que son las células madre, la teoría del ADN o la de la evolución. Se sabe incluso lo que decía Einstein, aunque muy pocos lo entiendan.

Woody Allen, por ejemplo, trata mucho el psicoanálisis



     Pero de la psicología, las únicas teorías que han traspasado la barrera del sentido común son las psicoanalíticas. ¿Por morbosidad de la gente? Puede, pero también estoy seguro de que en ello influye que el sistema de Freud es útil a la gente para explicar lo que siente. El término ''inconsciente'' ha pasado a formar parte de la terminología cotidiana. Pero a nadie se le ocurriría decir que necesita argumentos para acallar su disonancia cognitiva, ni que siente ansiedad porque tiene un locus de control externo, ni que tiene unos esquemas excesivamente rígidos, ni que prefiere hacer atribuciones externas para no sentirse culpable. Todo lo más que puede hacer el modelo del procesamiento de la información es hacer descripciones, y resulta que el sentido común, digamos, la psicología desarrollada por el común de la gente, partiendo de su intuición, supera a la psicología científica.

    Pues bien, el problema que tiene la psicología hoy en día es que es incapaz de explicar eficazmente lo que le ocurre a la gente, hasta tal punto que las explicaciones que nuestra cultura desarrolló por sí misma funcionan mejor que las que desarrolla la disciplina científica. Esto es muy grave. La psicología debería ser cuna de las teorías más a la vanguardia del ser humano, debería ser el centro de atención a la hora de explicar los fenómenos históricos con rigor, los acontecimientos políticos, las revoluciones sociales, las corrientas artísticas, las configuraciones urbanas. Todo ello es comportamiento, y ¿qué ciencia va a estudiar esto si no es la psicología?

    La psicología es muy útil en algunos campos, y funciona con eficacia: psicología de las organizaciones, psicología escolar; y, la que tal vez sea la parte más famosa, la psicología clínica. También estudia algunos procesos sociales y hasta políticos, pero lo que quiero exponer aquí es que ni por asomo se aproxima al alcance que puede llegar a tener. Voy a poner un ejemplo de la psicología social para ilustrarlo.

    Para explicar el fenómeno de la persuasión, dos psicólogos, Petty y Cacioppo, proponen que un receptor del mensaje puede procesar los argumentos por dos vías: una central, cuando muestra suficiente interés (o motivación) y tiene suficiente capacidad (pongamos, suficiente formación en el tema); y otra vía central, cuando no tiene motivación o capacidad. Cuando se procesa por la vía central, el mensaje se analiza con más profundidad, puede dar lugar a ''un cambio de actitudes'' y se almacenará en la memoria más duraderamente. Cuando va por la vía periférica, en cambio, como se atiende en menor medida, el sujeto es más vulnerable a dejarse influir por la apariencia externa del mensaje, a tratar de precategorizarlo y así, procesarlo más superficialmente.

      Bien, parece un modelo coherente. Una persona que no conociese este modelo diría sencillamente que cuando algo te parece interesante, pones atención, y cuando no, no. Por ejemplo, si eres rico, no quieres oír nada de que se agotan los recursos energéticos, puesto que tú estás feliz en tu ''burbuja''. Esto último ya excede un poco el modelo. Si además añadimos que el que el emisor del mensaje lleva rastas y tiene una apariencia de naturalista, y que ya sólo por ello el receptor prefiere hacer oídos sordos, el modelo queda ya totalmente desbordado. Ya no digamos si tratamos de explicar porque hay otros ricos que sí que escuchan este mensaje (extrañamente, no se me ocurre ningún ejemplo de un rico que pueda encajar aquí, pero alguno ha de haber), o porqué esto ocurre ahora pero no en los años 20. La psicología popular explica el comportamiento aludiendo sencillamente a los motivos que mueven a las personas; a sus razones.

    Parece que los modelos psicológicos que se crean en el marco de la teoría del procesamiento de la información, el cual es el paradigma dominante hoy en día, se ven obligados a complicarse reduciendo el alcance de los modelos. Es muy difícil encontrar en este marco una teoría que realmente permita entender mejor algún fenómeno del comportamiento de lo que lo haga la psicología intuitiva. Parece que la psicología científica trata de someterse a unas restricciones a las que antropólogos o filósofos no se someten. Ellos pueden hablar libremente de lo que parece que ocurre, tratar de comprenderlo y exponerlo en sus teorías. Los psicólogos no. ¿Y porqué? Pues bien, aquí es donde entra Jerome Bruner y su libro ''Actos de significado''.
Bruner (1915) es ya un gran veterano de la psicología

    Este autor propone que sucede por nada más y nada menos que la influencia del positivismo. La necesidad de inferir constructos que deben quedar empíricamente respaldados impide a la psicología crear teorías como lo hacen los antropólogos y filósofos, que pueden aludir abiertamente a las razones por las que las personas hacen lo que hacen. En mi opinión, los psicólogos debemos revisar estos supuestos si queremos una ciencia realmente capaz de explicar todas las variedades del comportamiento, y debemos aspirar a tratar el significado que las personas atribuyen a sus actos, que es lo que verdaderamente explica el comportamiento.

    El comportamiento no está regido por unas leyes generales y objetivas, sino que las personas hacen lo que hacen por  unos motivos construidos culturalmente. Son motivos subjetivos, sí, pero reales, y la psicología debe estudiarlos. La psicología debe ser una ciencia de los actos de significado, y poder estudiar así el papel que en el comportamiento desempeñan los géneros de teatro, la danza, los rituales de cada cultura y el largo etcétera que se deja en el tintero.

martes, 7 de mayo de 2013

Sistemas de pensamiento

Hesíodo propuso una explicación mitológica del mundo

    Entorno al año 700 a.C. hubo un hombre, que vivía cerca de la polis griega de Tebas, que se propuso hacer una obra exponiendo el origen del mundo tal como él lo entendía, es decir, basándose en la mitología de su tiempo. Su nombre era Hesíodo, y su libro fue llamado La Teogonía. Se propuso explicar como fue el principio de los tiempos, y como fueron apareciendo todos los dioses, desde los más importantes hasta acabar por los más secundarios. Y el origen del mundo se remonta a la unión de Gea, la tierra, y Urano, el cielo.

     Pero Hesíodo se dio cuenta de que no tenía sentido comenzar directamente así cuando precisamente hay un dios de la unión amorosa: Eros. Así pues, reformuló el principio de su obra, y comenzó así: ''En un principio sólo había el caos. Después Gea, la de amplio pecho, y el Tártaro. Y después, Eros.'' A pesar de ser un dios menor, Hesíodo comprendió que para que su obra guardara una lógica debía colocarlo al principio. Esa lógica es un sistema de pensamiento.

    Pero pronto otros pensadores quisieron seguir la línea de Hesíodo y explicar el mundo de una nueva forma, basándose cada vez menos en el mito y más en en el logos. Se intentó explicar el mundo a partir del fuego, del agua... Eran nuevos sistemas de pensamiento. Es lo que se conoce como el paso del mito al logos. Habitualmente, logos se traduce como ''estudio de'', ''discurso racional acerca de algo''. Pero el término también se asocia al orden interno de las cosas, y también a su significado. En definitiva, el palabro tiene un significado amplio y no se corresponde con una palabra concreta del castellano. Podríamos decir que se corresponde en general con un discurso racional o sistemático acerca de algo. Pero aún así, creo que no lo abarcaría del todo bien.

    Claude Levi-Strauss, el célebre antropólogo, diferenciaba entre el pensamiento más mágico o salvaje y el científico. Creo que se trata de una distinción aplicable al caso. Se trata en general del pensamiento científico, el que en teoría caracteriza a las ciencias en la actualidad, como la biología o la psicología. O al menos debería caracterizar.

Jean Piaget
    Jean Piaget, otro célebre pero esta vez psicólogo, de Ginebra, decía que el pensamiento científico, que él denominaba formal, era el resultado de un proceso de desarrollo a lo largo de los 16 primero años. El niño iría construyendo su inteligencia a partir del simple tanteo sensoriomotor (es decir, descubrir las propiedades sensoriales y motoras, como el peso, el tacto o la manera de moverse de una pelota). A partir de ahí se iría abstrayendo la estructura del mundo, a base de experimentar y adaptar la inteligencia al entorno que le rodea. Así, el niño acabaría por alcanzar nociones como la reversibilidad de las transformaciones o la conservación de la materia, que le llevarían a alcanzar la estructura abstracta del mundo, el pensamiento formal.

   Si asumimos eso, nos vemos en un aprieto, pues, ¿como explicamos que los griegos tardaron siglos en alcanzar dichas formas de pensamiento? O, en general, ¿cómo explicamos que en unas época predomine un pensamiento más formal y en otras uno más mitológico? Lev Vygotsky, el ruso denominado Mozart de la psicología (porque hizo una teoría que nos dejó a todos boquiabiertos y al poco murió), tiene una propuesta que tal vez se ajusta más a este problema: para él el pensamiento científico es una construcción social, y se inculca a través de la interacción social con los demás individuos del entorno. Una vez una sociedad alcanza el pensamiento científico, sus nuevos individuos lo aprenden.

    Pero para Vygotsky también se trataba de una estructura abstracta que los individuos podían alcanzar o no. Planteaba una barrera insalvable entre dos formas mutuamente excluyentes de pensamiento, y aunque solucione un poco mejor que Piaget el mencionado problema histórico, sigue poniéndonos en un aprieto, pues parece que unas culturas poseen formas superiores de pensamiento y otras no.

   Como a Piaget no le dio para más su teoría, y a Vygotsky tampoco le dio mucho tiempo, tuvimos que esperar a una nueva generación de psicólogos para que nos sacaran del aprieto. Se trata del enfoque de la lingüística funcional o cognitiva, o también enfoque basado en el uso. Aunque su representante más claro es Michael Tomasello, en el instituto de antropología de Leipzig (Europa apunta alto en estos temas), tenemos aquí un abanico de investigadores. La idea general es que los humanos se comunican de manera natural, y que en dicho proceso van creando y moldeando un lenguaje que les sirve a sus propósitos. Así, los esquimales necesitan distinguir numerosos tipos de blancos, pero los gallegos distinguimos tropecientos tipos de lluvia. Y el mismo principio es aplicable a las estructuras sintácticas.

    Es decir, que para estos enfoques la cuestión no está en si se alcanza o no unas estructuras abstractas para explicar el mundo, sino que sencillamenye el lenguaje (que, como decía Vygotsky, moldea la manera de pensar de los niños) se adapta a las distintas necesidades, que varían histórica y geográficamente. Por eso se llama enfoque basado en el uso, en el uso del lenguaje, por contraste con el alcanzar las mencionadas estructuras abstractas o de carácter científico. Así, no es problemático asumir la variedad de culturas y maneras de pensar existente en el mundo, y abandonamos aquel etnocentrismo por el cual el pensamiento racional es el superior, y propio de la civilización occidental.

   El lenguaje y el pensamiento solo son adaptaciones desarrolladas para diferentes entornos. Es, en este sentido, como la arquitectura: En Castilla, se hacían las casas con adobe, mientras que en el norte de España se hacían con granito o la piedra de la zona. Tal vez no debamos de creer que Hesíodo tuviera una manera de pensar errónea sólo porque no sea científica. Tal vez no haya que mirar por encima del hombro al pensamiento mitológico. Actualmente, se valora la ciencia como la verdad absoluta, mientras se ve claramente como, desde luego, no nos hace felices.

Libros de interés:

Hesíodo: ''La Teogonía''
Vygotsky: ''Pensamiento y lenguaje''
Piaget: ''El nacimiento del símbolo en el niño'' o ''6 estudios de Psicología''
Tomasello: ''Los orígenes culturales de la cognición humana'' o ''Constructing a language: a usage-based theory of language acquisition''.