Cuando el pensamiento estalle el espacio y disuelva el tiempo, sólo quedará, brillando, la belleza pura. |
La represión de la estética es mucho más que una faceta de las personas a la que no dejamos ver la luz; no es un rasgo que haya simplemente involucionado o que atamos para que no crezca; es reflejo de una tendencia muy arraigada en nuestra cultura. Se tiende a oprimir la naturalidad entera, nuestra auténtica forma de ser. De pequeños, nos enseñan que debemos comportarnos de una forma ''correcta'', y nuestro yo queda bien atado y tapado para que no lo vean los vecinos, ¡a saber qué dirían!
Aunque Freud no me caería bien, como expresé en otra ocasión, esto es el súper-ego, es un comportamiento que hacemos como si fuera genuino, ¡pero no lo es!, el pensamiento genuino está reprimido, y por eso la gran dificultad de las ciencias de la educación es lograr que los estudiantes estudien queriendo, porque están tan acostumbrados a dar respuestas como si fueran suyas que ni se sorprenden cuando tienen que estudiar contenidos que ni les interesan ni les despiertan el interés.
Esa expresión los muestra claramente, ''despertar el interés''. Es que éste está dormido, no puja por dirigir la mirada hacia lo llamativo y curioso, y de esa forma nuestro pensamiento no da evolucionado y lo que se estudia le queda a desmano, no a continuación de sus reflexiones, que quedaron olvidadas en las entrañas de uno mismo.
Esto Vygotsky lo expresaba así: la enseñanza no se centra en el área de desarrollo próximo, queda fuera de ella, no suponiendo crecimiento alguno para los aprendices. El célebre Paulo Freire lo expresaba así: ''albabetizarse no es enseñar a decir palabras, es enseñarles a decir su palabra'', y decía también: ''Los profesores responden a preguntas que los estudiantes no han formulado.''
Es también por el efecto de reprimir al pensamiento genuino que al menos una vez a la semana necesitamos salir por la noche, olvidarse de uno mismo, ya que esto es problemático y angustioso; ¿quién debo ser? Necesitamos tomarnos un respiro y divertirnos, porque tememos no ser quién ''debemos''.
Para mí eso es lo que subyace a la represión de la estética, una represión del pensamiento espontáneo, y creo que eso es un rasgo cultural, pero también creo que es algo que no domina por todas partes; nada puede encarcelar el pensamiento una vez ha nacido. El otro día fui a una obra de teatro en la que unos monos eran dotados con la capacidad de pensar, y tras comenzar a hacerlo se volvían muy pedantes, insoportablemente pedantes, recitando frases y palabras para simular que efectivamente, que sabían mucho. Pero uno de ellos gritaba cada vez más alto ''¡cinco por ocho son cuarenta!'', que representaba cómo el pensamiento puro volvía a surgir, cada vez con más fuerza, hasta que todos se callaban; rompía con esa situación de inteligencia simulada.
Es un rasgo cultural con el que se ha ido rompiendo paulatinamente desde el siglo XIX, por ejemplo con la educación pública y después con el desarrollo de nuevos paradigmas educativos; o se refleja también muy claramente en la gran diversificación que sufrió el arte en el siglo pasado. La liberación de la estética no ha hecho más que empezar.
Es un rasgo cultural con el que se ha ido rompiendo paulatinamente desde el siglo XIX, por ejemplo con la educación pública y después con el desarrollo de nuevos paradigmas educativos; o se refleja también muy claramente en la gran diversificación que sufrió el arte en el siglo pasado. La liberación de la estética no ha hecho más que empezar.
La razón es como la higuera estranguladora, que cuando nace, está totalmente rodeada y superada por otro árbol, pero nada hace que deje de crecer aunque sea un poco, y cuando sus raíces se hundan profundo en el suelo, sus ramas se alzarán rápidamente sobre los demás árboles y abrazarán las estrellas, y sus frutos nos deslumbrarán.
El sentido estético, cuando se libera de los prejuicios de la cultura, quiebra, destroza y hace estallar el espacio y voltea, invierte, derrite y disuelve el tiempo, y se convierte en belleza pura. Por eso necesitamos el arte; no nos llegan las palabras para expresarnos; si sólo hubiera palabras nuestros instintos serían inefables. Sólo la música, las formas impuestas a la materia en la arquitectura o las ideas escondidas en la pintura tienen esa ansiada libertad.
El sentido estético, cuando se libera de los prejuicios de la cultura, quiebra, destroza y hace estallar el espacio y voltea, invierte, derrite y disuelve el tiempo, y se convierte en belleza pura. Por eso necesitamos el arte; no nos llegan las palabras para expresarnos; si sólo hubiera palabras nuestros instintos serían inefables. Sólo la música, las formas impuestas a la materia en la arquitectura o las ideas escondidas en la pintura tienen esa ansiada libertad.